Entregando a Lorena 52

Entregando a Lorena 52Cada día que pasaba por delante del bar, el hijo de puta de José me sonreía con una mirada sarcástica. Yo sabía que se burlaba de mí, porque había logrado cogerse a Lorena y además, la había entregado a sus amigos para que la disfrutaran.En las últimas semanas mi mujercita me había jurado que no había regresado a ese lugar. Yo quería creer en ella, pero ya no estaba seguro de nada?Una tarde finalmente me decidí a entrar, cuando regresaba de mi oficina.?Quiero que dejes a mi mujer tranquila?? Le espeté en la cara a José.El tipo ni siquiera se inmutó. Me miró con burla a los ojos, diciéndome:?Te preocupa o solamente te interesa saber qué estuvimos haciéndole??Entonces puso sobre el mostrador una pequeña laptop y la encendió.En la pantalla podía ver a Lorena, sentada boca arriba en la silla ginecológica; vestida completamente, con apenas la falda por encima de sus rodillas. Los tobillos estaban amarrados a los costados de la silla.Ahí estaba nuevamente el Tano, de espaldas a la cámara manipulando algo en una mesa. José se acercó y entonces pude ver que estaban calentando una especie de sello con un soplete?Iban a marcar a mi mujer como si fuera una yegua?El Tano dejó el sello y se acercó a Lorena. Le levantó la falda hasta la cintura. Debajo ella llevaba una tanga negra, que ese bruto comenzó a arrancarle a tirones. Mi mujercita se agitaba con cada tirón de la tela, hasta que ese tipo consiguió finalmente desgarrarla por completo?Separándole todo lo que pudo los muslos se puso a examinar las ingles de Lorena, buscando el lugar en el que la marca quedaría mejor. Podía ver que mi mujer se debatía más que la vez anterior; parecía no estar tan perdida; le habían puesto la mordaza, pero no le habían tapado los ojos.José entonces se dirigió a la cámara diciendo:?Esta vez le puse un poco menos del ingrediente especial en el café? quería que la puta de tu mujercita viera y sintiera lo que le vamos a hacer??El Tano volvió a la mesa y tomó el sello de lacre que ya parecía estar más que ardiendo. La cámara enfocaba los ojos de Lorena, desorbitados de miedo, pero sin embargo ella no amagaba intentar evitar lo que venía.Acercándose a ella, el Tano se puso entre sus piernas y acariciando la ingle izquierda, le aplicó el sello sobre la sedosa piel de mi esposa.Lorena comenzó a levantar la cola tratando de escapar y sus gritos se oían apenas amortiguados por la mordaza. Cuando retiraron el sello de su piel, la cámara enfocó en primer plano la quemadura, que consistía en dos letras entrelazadas; la doble P de Pepe, por el nombre de José?El hijo de puta me miró sonriendo y apagó la laptop.?Así que todavía no le viste mi marca, pedazo de cornudo???? Me espetó.Lo miré con rabia, con odio suficiente como para querer matarlo?Entonces me explicó que, uno de sus amigotes, tenía la fantasía de secuestrarla durante un fin de semana completo para hacerle de todo?Para que pareciera un secuestro real, yo mismo tendría que llevarla hasta un lugar preestablecido?Mi sumisión pudo más y entonces le dije que aceptaba, pero con la condición de poder estar presente ese fin de semana?Me dijo que era imposible. Su amigo solamente había accedido a filmar todo y transmitirlo en directo por la red; cualquiera podría verlo?Me despedí de José insultándolo. Pero él se rió a carcajadas y me dijo que el viernes me llamaría para darme algunas indicaciones de su amigo?Esa misma noche arrastré a Lorena hasta nuestra cama y le arranqué la tanga a tirones. En su pubis bien depilado pude ver las dos pequeñas letras, que ya habían cicatrizado bastante bien.Mi mujercita sonrió al ver mi cara de desesperación y me dijo:?Ahora José es mi dueño? me coge cuando y como él quiere??Le pegué una buena bofetada para hacerla callar y me abalancé entre sus muslos abiertos, hundiéndole mi verga dura hasta el fondo de su concha caliente.Le dije que era una puta relajada y que había visto los videos donde ese turro de José había registrado todo lo que le habían hecho esos hombres.Lorena se abandonó al embate furioso de mi verga tiesa y comenzó a jadear y sollozar, diciéndome que le encantaba sentir mi pija dura dentro de su concha y que yo la cogía mucho mejor que cualquiera de esos tipos?Después de verla acabar aullando como una perra en celo; le saqué mi pija y acabé sobre sus labios vaginales, tapando con mi semen esa horrible marca que indicaba la propiedad de José sobre mi mujercita?El viernes el tipo me llamó a la oficina, indicándome que yo debería llevar a Lorena a un pub y presentarme a un hombre que estaría al final de la barra. Mi esposa debía vestirse con falda que permitiera un fácil acceso a su pubis y una tanga negra bien sexy y atrevida?Supuse que Lorena había recibido también una llamada de José, porque cuando llegué a casa ya estaba esperándome maquillada y vestida.Anunció que saldría a tomar una copa con un conocido y me pidió si podía acompañarla a su encuentro. En el trayecto ella no dijo una sola palabra; se mantuvo callada, con su mirada perdida en el vacío?Al final de la barra en ese pub había efectivamente un hombre; que nos hizo una señal al vernos. Yo jamás lo había visto; era un hombre maduro, algo obeso, sudoroso y mal afeitado? un verdadero asco?Cuando nos acercamos hasta él, le sobó el culo a Lorena con todo descaro, sin importarle para nada mi presencia? ?Esta es la putita de José??? Preguntó; presentándose como Carlos.Lo miré con cara de asco y no le contesté.Nos sentamos junto a él y pidió unos tragos. El que le dio a Lorena parecía distinto de los otros, pero ella no lo notó?Carlos dijo entonces que estaríamos más cómodos en unos reservados que había al fondo del local. Fuimos al último y nos sentamos allí. Apenas Lorena terminó su trago, el hombre llamó al mozo para pedirle otro, guiñándole un ojo?Después de esa segunda copa, la voluntad de Lorena parecía haber decaído un poco. Carlos la hizo poner de pie frente a él y le levantó la falda. Ella no hizo nada para impedirlo. A esta altura, yo no sabía si eso era por efecto de las dosis que le suministraba José o mi mujercita se había vuelto una verdadera puta ninfómana y sumisa?Carlos me ordenó que le sujetara la falda a mi esposa, para que él pudiera tener sus manos libres?Entonces pude ver de cerca sus gruesas garras sobando el culo de Lorena, que seguía sin decir nada?Finalmente le bajó la tanga hasta los tobillos y ella, muy solícita, fue levantando las piernas alternativamente para que se la pudiera sacar. El tipo la olfateó y se la guardó en el bolsillo?Casi sin darme cuenta, con mi propia calentura, de un tirón le arranqué la pollera a Lorena, dejándola caer arrugada a sus pies. Carlos aprobó mi gesto y le hizo separar las piernas a mi mujer y le llevó los brazos detrás de su nuca. Desde mi asiento, podía ver cómo la mano del hombre salía por su culo mientras le metía algún dedo y le masturbaba la concha.?Estás bien caliente, putita?? Le dijo, mientras le retorcía los labios vaginales entre sus dedos.De repente le soltó la concha y le ordenó que fuera a traerle una copa de coñac. Lorena protestó, preguntando si pretendía que saliera del reservado así desnuda de la cintura para abajo?Por toda respuesta, el tipo le dio una sonora palmada en el culo y la empujó hacia afuera?Mi mujer se dirigió a la barra con la mirada clavada en el suelo. Dos clientes que estaban sentados le hicieron sitio amablemente y ella quedó apretada entre ambos. Con un hilo de voz, Lorena pidió un coñac?Uno de los clientes comenzó a acariciarle el culo, mientras el otro se lo pellizcaba. El camarero hacía tiempo mientras servía la copa; permitiendo que esos dos hombres ya le metieran sus dedos por la vagina y el culo?Lorena no decía nada, pero se agitaba al ritmo de semejante sobada.Finalmente el camarero dijo que él llevaría la copa. Salió de atrás de la barra y se dirigió hacia mi mujercita. La hizo girar y le desabrochó la blusa.Lorena continuaba mirando al suelo, dejándose hacer.Finalmente el hombre le quitó la blusa, dejando a mi delicada esposa totalmente expuesta en bolas frente a toda la clientela?El camarero le ordenó que desfilara como una modelo para ellos y Lorena obedeció sin chistar, empezando a caminar sin dejar de mirar al suelo.De repente Carlos salió del reservado y le tiró la ropa a la cara a mi avergonzada mujercita. Le ordenó que se vistiera y a mí me dijo que ya tendríamos noticias suyas. Después salió hacia la puerta de calle?Lorena se puso en silencio la falda y la blusa; tomó su bolso y se acercó a mí, para dirigirnos a la calle?Ya era más de medianoche y no quedaba un alma en esa calle. El lugar era bastante oscuro estrecho. Comenzamos a caminar hacia nuestro auto estacionado cerca y no escuché el motor de otro auto acercándose. Del asiento trasero bajaron dos hombres enormes, que tomaron a Lorena en volandas por la cintura y la metieron con ellos dentro del auto.Cuando reaccioné tratando de defender a mi mujercita, un tremendo golpe en la nuca me dejó tumbado en el suelo, mientras veía a mi mujer forcejear inútilmente con esos dos gigantes?Cuando pude levantarme solo pude al conductor; era Carlos, ese hijo de puta que tenía la fantasía de secuestrar a mi esposa por el fin de semana?Alcancé a llegar a mi auto y, algo mareado por ese golpe, conseguí llegar a mi casa. Encendí la computadora y entré al sitio de José en la red.En un ícono que rezaba ?conexión en directo? encontré un video que mostraba el pasillo de una casa antigua. En pantalla apareció Lorena. La reconocí por sus ropas, ya que llevaba una capucha cubriendo su cabeza.Después apareció una habitación mal iluminada, donde se podía ver un catre y algunas cadenas y correas colgando de las paredes.Un hombre arrojó a Lorena sobre la cama y le puso un collar de perro al cuello, atándolo a la pared. Entonces le quito la capucha y ella miró a todos lados con expresión de terror en sus ojos.Carlos la hizo sentar en la cama y sin decirle una palabra le hundió su verga dura entre los labios rojos de Lorena. Ella seguía con la mirada perdida en el vacío, pero se aplicó para chupar esa pija que le ofrecían; tragándosela hasta el fondo de su garganta?El tipo no aguantó demasiado; en menos de tres minutos acabó en la boca de mi mujercita y le cerró los labios con sus dedos, obligándola a tragarse hasta la última gota de su semen?Luego la empujó por el pecho y ella quedó recostada boca arriba en la cama. Le amarró las manos por encima de la cabeza y las aseguró a una cadena en la pared. Tironeó de la falda de Lorena hasta lograr quitársela.Le abrió los muslos y alguien le alcanzó un enorme consolador de color negro. Se lo metió entre los labios vaginales, sin hacer caso de los aullidos que daba mi mujercita. La masturbó con ese aparato hasta hacerla acabar y se rio a carcajadas mientras el cuerpo de Lorena temblaba y se retorcía en medio de un intenso orgasmo.Le dejó insertado el consolador bien profundo en su vagina y finalmente la dejó reposar tranquila.Carlos giró para enfrentar la cámara, sonrió y estiró su mano para apagarla. Unos segundos después, un cartel en la pantalla negra anunciaba que el proceso continuaría al día siguiente, a partir de las diez de la mañana?Apagué la computadora; me hice una paja pensando en mi esposa y me acosté, tratando de no pensar cómo pasaría ella la noche?