Esperando la salida de la escuela

Esperando la salida de la escuela
Todo el día no hacía más que pensar en ella y durante la escuela no era la excepción, sus delgadas piernas tostadas por el sol, la forma en que aquellos diminutos shorts se metían entre sus nalgas y la forma en que mis dedos desaparecían entre ellas, el rubor que teñía su rostro y la pequeña sonrisa cada vez que tocaba su vagina encima de la ropa?
Ah, Laurita, no podía hacer más que suspirar y darme de apretones encima del pantalón, no podía dejar de pensar en ella, en su rostro, en sus labios, en su cuerpo que me encantaba, pero más que nada no podía dejar pensar que justo en ese momento, mientras yo estaba en mi lugar dentro del salón pensando en ella, ella estaría en su propio lugar usando una falda, apenas y podía esperar a que llegara el receso y poder meter mis manos debajo, o aún mejor, que terminaran las clases y meterme debajo.
Meterme debajo de una falda es algo que hasta ahora disfruto muchísimo y siempre trato de esforzarme porque mi pareja en turno disfrute igual que yo, pero en ese entonces no sólo lo disfrutaba porque era algo nuevo y maravilloso sino porque me moría de ganas por ver si esta vez Laurita me permitiría quitarle los calzones.
Eso es algo que me desconcertaba, ella no ponía ningún pero cuando yo me quitaba los pantalones ni cuando le daba mi pene para que me lo sobara pero si yo trataba de ir un poco más lejos como quitarle la ropa ella simplemente no quería, y más de una vez me amenazó con no volverse a juntar conmigo si seguía m*****ando con lo mismo.
La primera vez que tuve el valor de tocarla tuvo que haber sido entre un sábado y un domingo, no recuerdo el día exacto pero estoy seguro que fue un fin de semana ya que mi abuela siempre nos andaba despertando esos días ya que si nos dejaba dormir a nuestro gusto cada uno se despertaría a una hora diferente y había que estar calentando y recalentando el desayuno hasta que todos comieran y mi abuela no tenía tiempo para andar esperando a que "los mocosos huevos se levanten" como ella decía, por lo mismo era más fácil despertarnos a todos juntos y darnos de desayunar a la misma hora.
Así pues lo siguiente tuvo que haber sido en los días siguientes ya que fue la primera vez que me topaba con Laurita mientras usaba su uniforme escolar, desde que la vi por la mañana cuando íbamos todos juntos a la escuela sentí un palpitar muy diferente entre las piernas, era esa falda enorme que le llegaba hasta las rodillas y si le sumamos las calcetas, que también le llegaban a la rodilla, ella prácticamente no estaba enseñando nada, más bien fue el hecho de la falda en sí, el saber que sólo con levantarla un poquito era más que suficiente para tener ante mí todo lo que se ocultaba debajo lo hacía terriblemente excitante.
Y por la forma en que ella me miraba supe que también estaba pensando en lo mismo.
Caminar hacia la escuela fue una verdadera tortura pues ella estaba ante mí, el cabello bien peinado sujeto con un moñito, el uniforme limpio y los zapatos lustrados, casi podría haber jurado que lo que tenía ante mí no era una persona sino un ángel, pero lo mejor era esa faldita, esa faldita que me estaba volviendo loco, ¿de qué color serían sus calzones?
No podía creer que estuviera a tan sólo unos centímetros de mí y no pudiera extender mi mano hacia ella para tocarla sólo por el hecho de que sus hermanos estaban a su lado, ¿y si me la robo? Fue lo que pensé al recordar que Alex, su hermano mayor, ya se había ido de punta una vez, todo lo que tenía que hacer era acercarme a ella y decirle despacito mi plan, estaba seguro que aceptaría, pero justo antes de empezar a buscar una excusa perfecta para separarla por un segundo de sus hermanos, llegamos a la escuela.
Cada uno nos tuvimos que dirigir hacia nuestros respectivos grupos y por primera vez pensé en mi mala suerte, ella y yo teníamos la misma edad, estábamos en el mismo año escolar y en la misma escuela, ¿qué posibilidades había que, siendo apenas dos grupos, nos tocara separados? Una cuestión que hasta ese momento no había pensado, pero qué importaba pues al fin y al cabo ya vendría el receso.
Cuando sonó la campana salí corriendo directo a su salón, al verme ella sonrió cómplice (años después me confesaría que también se moría de ganas por estar sola conmigo) pero para mí desgracia sus amigas no la dejaron ni a sol ni a sombra, tuve que aguantar sus burlas y sus risas ya que en su grupo "estaban prohibidos los niños" era lo mismo que Alex les decía a ella y a Rocío cada vez que íbamos a ver nuestra película especial.
El timbre sonó de nuevo y tuvimos que regresar a nuestros salones, yo estaba m*****o y frustrado, no pude acercármele en ningún momento y para colmo, al salir, me había dado tanta prisa que olvidé mi lunch y ya no pude comer nada, durante el resto de las clases fue difícil concentrarse, y no sólo por el ruido de mis tripas sino porque no podía sacarme de la cabeza aquella faldita?
Fue uno de los días más largos que se puedan imaginar, hasta estoy seguro que hubiera tenido un reloj enfrente me habría pasado como en las películas, que en lugar de ir hacia adelante las manecillas van hacia atrás, retrasando la hora de salida en vez de acercarse.
Pero como siempre todo pasó, entre apretones de verga y gruñidos de tripas la hora llegó, ella ya estaba en la puerta, al lado de mi hermano y otros niños a los que no recuerdo, le sonreí y ella me devolvió la sonrisa, mi pene palpitaba riquísimo debajo de mis pantalones con cada paso que me acercaba y cuando por fin estuve a su lado no me importó que alguien nos mirara y le pasé una mano por las nalgas, como al principio ella se sonrojó y agachó la mirada, mientras que una pequeña sonrisa se dibujaba en su carita de ángel, con el tiempo esto cambiaría y ella se volvería un poco más atrevida, sin embargo jamás me permitió llegar al final, aunque ya me estoy adelantando y tampoco siento que haya sido necesario pues nos divertidos muchísimo sin llegar tan lejos.
En fin?
Después de esperar a que sus hermanos y nuestros otros primos llegaran todos juntos nos dirigíamos a la casa de nuestros abuelos, ella y yo íbamos tomados de la mano y a nadie le importaba, era como ir por el camino amarillo directo a ciudad a esmeralda, caminar a su lado y tomados de la mano me parecía como un sueño hecho realidad, casi como si fuéramos novios, me encantaba pensar en esa palabra, talvez parezca ridículo pero hasta que me imaginaba que, cuando fuéramos grandes, ella y yo nos íbamos a casar?
Llegamos por fin a la casa y como siempre, Mario, Carlitos y Enrique, lo primero que hacía era tirarse sobre la banqueta aún con las mochilas puestas, yo prácticamente arrastré a Laurita a la habitación que compartía con mi madre y hermano, tuve que correr a mi hermano ya que apenas entramos y se lanzó sobre la cama, claro que se m*****ó pero como yo era el mayor al final no le quedó más remedio que obedecer, cerré la puerta y al girarme a Laura ella ya estaba roja y fingía buscar algo en el suelo, se veía bien bonita pero yo me moría de ganas de?
Me acerqué a ella y sin dudarlo tomé su falda y la levanté, ella ahogó un grito y trató de cubrirse, me pareció de lo más ridículo pues tenía unos calzoncitos blancos con bolitas azules, no pude hacer más que sonreír, "no te rías, Manuel, que no es chistoso" (Sí, así me llamo :P) fue un forcejeo de lo más excitante, apenas alcanzaba a ver algo y ella al instante se cubría, me sentía en las nubes pero lo que más me gustaba era su risa, la forma en que se reía me estaba diciendo que en verdad le gustaba y eso me estaba matando, "Por favor, le dije, déjame ver" y ella se quedó quieta, sujetando mis manos se sostenían su falda a medio levantar, su mirada chispeante y traviesa clavada en mis ojos y esa gran sonrisa que durante los siguientes años aprendí a amar.
Como única respuesta ella soltó mis manos para llevarse las suyas al rostro y cubrirlo, de inmediato me puse de rodillas y le levanté la falda.
Ante mí quedaron sus delgadas piernas bien tostadas por el sol, hasta podía ver la marca que sus diminutos shorts habían dejado, y esos calzoncitos blancos con bolitas azules que abultaban de una forma riquísima justo donde ambas piernas se unen, sólo de acordarme mi mano derecha se niega a seguir escribiendo pues sus servicios son requeridos en otra parte, ¿me entienden?
Ya no pude resistirme y bajando una mano le toqué las piernas provocando que se estremeciera, tenía la piel de gallina más suavecita que se puedan imaginar, muy despacito fui subiendo hasta tomar su calzoncito y supongo que ella ya imaginaba lo que pretendía pues justo en el mismo instante que lo jalé para bajárselo ella se movió muy rápido hacia atrás impidiendo que cumpliera mi objetivo, pero aun así fue suficiente para que viera su apretada rajita, "No, Manuel, eso no" ¿Por qué no?, le pregunté, ¿no te gusta? No, me respondió m*****a, y si lo vuelves a hacer no me vuelvo a juntar contigo y? y le voy a decir a mi mamá.
Yo era demasiado joven en ese momento y por lo mismo le creí, aunque muchos años después la misma Laura me confesaría que le había encantado la idea de que se los quitara, me quedé callado, un montón de cosas pasaban por mi cabeza en ese momento, fue un silencio que se prolongó mientras ella se acomodaba sus calzones debajo de la falda, hasta que viendo que yo no me movía ni decía nada me dijo con voz temblorosa y roja de la cara: "Si quieres? por arriba de la ropa."
Sentí que revivía al oírla decir eso, me acerqué a ella y sin decir una sola palaba le metí la mano debajo de la falda directo de sobre su vagina y para mi sorpresa su calzoncito estaba húmedo, no me importó, comencé a estrujar y apachurrar esa cosita viscosa mientras mi otra mano se apresuraba a levantarle falda para toquetearle las nalguitas, ella se me sujetaba muy fuerte las manos mientras se retorcía, gemía y se reía muy despacito al tiempo que me pedía que la tocara suavecito porque así la lastimaba, "No puedo, era lo único que podía responder, me encantas y no sabes cómo me pones" "¿Pu's cómo te pongo?" me volvió a preguntar, y comprendiendo que esta era mi oportunidad tomé una de sus manos y me la llevé directo entre mis piernas.
Una vez, recordando el pasado, le pregunté si no lo había hecho a propósito pues me parece un tanto extraño que ella me hiciera la pregunta correcta en el momento correcto, pero todo lo que obtuve como respuesta fue una sonrisa traviesa y las palabras "Nunca lo sabrás", o talvez solamente le estoy dando demasiadas vueltas al asunto y sólo pasó, como sea fue perfecto.
Laurita sonrió mientras su mano me daba un apretón "¿Es tu pilín?" me preguntó, "Sí" me apresuré a responderle y sin pensarlo agregué, "¿Quieres verlo?" Aún recuerdo la expresión de su rostro, les juro que fue como si ardiera, su sonrisa se ensanchó y su mirada brilló de una forma tremenda pero no dijo nada, ni falta que hizo, yo ya me estaba bajando los pantalones.
Y cuando por fin quedé con mi erecto pene ante ella sentí la más horrible de las vergüenzas pues ella no dejaba de reír.
Se dobló de la risa cubriéndose la boca con una mano y con la otra sujetándose el abdomen, se notaba el esfuerzo que hacía para no soltar la carcajada, mi primer instinto fue subirme de nuevo los pantalones? ¡OH, no, claro que no! Ella me estaba mirando y eso era suficiente para que me mantuviera firme, literalmente.
Tomé mi pene de la base, ignorando el terrible escalofrío que me recorrió la espina, y comencé a masturbarme frente a ella, quien no dejaba de reír pero tampoco de mirarme y era eso lo que me daba el valor que necesitaba, no sé cuánto estuvo riéndose de mí pero cuando terminó no me quitaba la mirada de encima, le pregunté si le gustaba pero ella no me respondió, sólo siguió sonriendo, así que le pregunté si me lo quería agarrar y ella ni tarda ni perezosa estiró su manita y que me lo agarra.
Me sentía como si estuviera arriba de una nube flotando muy alto en el cielo, sus traviesos deditos jugueteaban con mi foreskin y con la otra mano con mis huevitos, por mi parte me acerqué a ella y le levanté la falda para meter mi mano y tocarle la vagina, ella se estremeció pues su calzoncito ya estaba completamente mojado, "Me encantan tus nalgas y tu panochita" le dije, "¿No te gusta mi pito? Ella me respondió con un débil "Sí" que apenas escuché.
Así estuvimos un rato, cada uno jugando con el sexo del otro, hasta que pensé que, si ya estábamos aquí, a lo mejor podría tener la suerte de? "¿no te gustaría darle un besito?" le pregunté, "¿A quién?" me respondió, "A mi pito", "No, guácala" Entonces le hablé de la película que había visto junto a sus hermanos y de las cosas que aquella nalgona había hecho con el güero a lo que ella me respondió que no podía creer que él le hubiera lamido las nalgas, y yo le dije que sí, que era cierto y que si quería que yo le lamiera las suyas, "Ni loca" fue su respuesta, lastima.
Pero en ese momento no me importó, sabía que tarde o temprano terminaría haciéndolo, pobre de mí, jamás, ni en mis pesadillas, me habría imaginado que me quedaría con las ganas.
Pues esta fue una de las tantas travesuras que hice con mi prima Laura espero les haya gustado y se encuentran errores como que me faltan o me sobran palabras tienen que comprender que me caliento mucho recordando aquellas primeras andanzas, ah y una cosa más, durante esta experiencia ocurrió algo que no quise mencionar pero que me parece morboso dejarlos con la duda, fue nuestro primer beso, ustedes busquen en qué momento fue, felices pajas o felices "piquetes" si tienen pareja, yo me voy a buscar a mi lucy para que me quite la calentura.
Saludos.