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Helena y el electricista a domicilio

 
Post #1


Helena y el electricista a domicilio
Helena y el electricista a domicilio.

Helena se estiró felinamente en mi cama, completamente desnuda, hermosa, perversa, increíble. Habíamos estado buena parte de la mañana enredadas mientras nos acariciábamos y besábamos. Nos habíamos amado de todas las maneras posibles, pero ya era hora de volver a la rutina diaria.
Ella miró el reloj y se levantó apurada. Tenía que visitar a su madre internada en una clínica cercana, pero prometió regresar un rato más tarde.

Intenté hacer un café como despedida, pero apenas encendí la cafetera expreso, unas chispas en el tablero de la cocina indicaron que algo funcionaba mal. O mejor dicho, no funcionaba, ya que se cortó abruptamente la luz.

Mi amiga tomó su teléfono celular y llamó a su electricista. Me dijo que trabajaba muy a conciencia y no me cobraría caro. El hombre prometió venir en media hora.
Un rato después de la partida de Helena apareció efectivamente el electricista en la puerta. Era un hombre bastante corpulento, no muy apuesto pero de mirada afable, que me dio cierta confianza para permitirle pasar. Lo conduje a la cocina y comenzó a trabajar en el tablero de fusibles. Me dediqué entonces a lavar unos platos sucios en el fregadero, mientras conversaba con el hombre, quien en apenas un rato solucionó el problema.

Le agradecí y busqué mi cartera para tomar dinero y pagarle sus servicios.

De pronto sentí que el hombre estaba detrás de mí. Una de sus manos se deslizó entre mis piernas y comenzó a masajear mis labios vaginales a través de mis livianas calzas, que a esa hora ya estaban bastante humedecidos.

"Helena me dijo que no iba a ser fácil convencerte" comentó sonriendo.
"Helena a veces se equivoca" le respondí, mientras me inclinaba sobre la mesada apoyándome en mis codos, alzando mi cola en alto, dándole a entender que podía continuar con lo que estaba haciendo.
El tipo entonces deslizó las calzas hasta mis rodillas y comenzó a acariciarme el clítoris, mientras seguía pasando su mano entre mis labios calientes y húmedos. De golpe sentí que su pulgar presionaba para entrar en mi estrecho ano.

"No, por atrás no" le pedí y por el momento no insistió.

Cuando me tuvo bien caliente y lubricada, casi chorreando, se separó un instante y pude oír que se desabrochaba los pantalones. Tomó mi mano y me hizo tocar su verga, que a esa altura estaba durísima, además de parecer bastante grande. Quise girar mi cabeza para verla, pero me tomó por los cabellos inmovilizándome, diciendo: "No, perrita, no vas a mirarla, vas a sentirla bien dura y bien adentro".

"Te voy a coger como nunca nadie te cogió en toda tu vida, vas a ver?"

Pensé que me había equivocado en dejarlo actuar tan libremente, tal vez fuera un psicópata que iría a maltratarme con brutalidad y asesinarme en mi propia cocina, pero al final decidí arriesgarme y seguir hasta el final.

No pude seguir elucubrando demasiado, enseguida sentí que apoyaba su cuerpo contra mi cola alzada y luego la cabeza enorme de su pija comenzó a abrirse paso en mi interior. Tenía una sensación de ardor insoportable, evidentemente no estaba tan lubricada como pensaba.

"Despacio por favor, me duele" le supliqué con mi mejor tono de víctima.
El tipo largó una carcajada diciendo: "parece la conchita de una nena virgen, tan estrecha y caliente, me encanta. Te la voy a meter despacio hasta el fondo".

Eso mismo hizo, sentí que sus testículos chocaban contra mi labia, señal de que realmente me la había metido entera. Ya no me dolía tanto, pero extrañamente, no estaba sintiendo tampoco ningún placer en esta cogida. Muy despacio se retiró hasta casi la mitad y volvió a acometer hacia adelante. Me hizo gemir de dolor, por lo que comentó burlonamente: "te gusta bebota, te gusta cómo te cojo?".

Iba a decirle que lo odiaba por lo que me estaba haciendo, pero repentinamente me tomó con ganas por los cabellos, haciéndome llevar la cabeza hacia atrás y me gritó en la cara: "Vas a decirme que te gusta la manera como te estoy garchando, a todas mis hembras les gusta, vas a decírmelo ahora, entendiste?". Tuve miedo de que se pusiera más violento, así que le contesté que me enloquecía la forma en me estaba cogiendo, le supliqué que no se detuviera, que me tratara como a una verdadera puta, que me cogiera hasta que él quisiera.

Mis palabras surtieron efecto, dejó mis cabellos y me aferró fuertemente por mis caderas, comenzando un bombeo infernal que me hizo ver las estrellas de dolor. Me cogía como si quisiera matarme, me sentía usada, ni siquiera me permitía gozar de lo que estábamos haciendo. Su ritmo era increíble, incansable, sin aflojar un solo segundo. Luego de un buen rato de padecer ese fuerte ardor, ya que mi vagina continuaba sin lubricación, comencé a sentir una oleada de calor que subía entre mis piernas. Aullé como una loca mientras alcancé el más intenso de los orgasmos. Hacía rato que no acababa así con tanta fuerza. Fue un instante placentero, pero realmente me dejó agotada, caída sobre la mesada como una muñeca rota.

Le pedí permiso para ir al baño, el hombre se dio cuenta de mi estado deplorable, así que se salió de mí y asintió de mala gana, diciéndome que todavía él no había acabado. Apenas entré me miré en el espejo. Tenía las nalgas rojas de tantas palmadas que me había dado, marcas de dedos y raspones de sus uñas en mis caderas. Lo peor de todo eran mis labios mayores, totalmente inflamados y enrojecidos. En la concha me entraban tres dedos con facilidad, estaba dilatada en exceso, me la había destruido realmente. Pensé en Víctor, que por suerte estaría ausente todavía otros tres días, tiempo suficiente como para reponerme y que desaparecieran esas marcas y magullones.

Cuando regresé a la cocina el tipo estaba sentado en una silla tomando un vaso de agua. Pude apreciar entonces el tamaño de su pija, realmente enorme. Si la hubiese visto antes, seguramente le habría dicho que ni loca me dejaba meter eso

El hombre sonrió como si me leyera el pensamiento, pero me dijo algo que me asustó: "Ahora putita linda, le toca a ese culito redondo saborear mi verga". Le dije por supuesto que no, rotundamente, con esa cosa me iba a destrozar directamente, apenas entraba en mi vagina, pero mi culo no lo soportaría.

Se puso serio y se levantó de la silla, comenzando a caminar hacia mí. Me tomó del brazo y se acercó a mi oído susurrando: "Aquí se hace lo que yo digo y si quiero metértela por el culo, eso es lo que voy a hacer, entendiste, sí o sí".

Abrí la boca para protestar, pero entonces me cruzó la cara con un cachetazo, haciéndome caer al suelo. Allí quedé unos segundos sin poder reaccionar, miré hacia abajo y me vi sin las calzas, las piernas abiertas, mi concha dilatada, enrojecida y dolorida por este bruto, que ahora se arrodillaba entre mis rodillas, mostrándome su enorme pija reluciente.

Me tomó por las caderas y me atrajo hacia él, apoyándome todo el largo de su pija en mi pubis. Separó mis tobillos en el aire y los apoyó sobre sus hombros. Comencé a llorar, pensando que semejante bruto iba a sodomizarme sin piedad y que iba a terminar hospitalizada. Un dedo y después dos entraron en mi culo, dilatando mi estrecho anillo, mientras el muy hijo de puta sonreía disfrutando por anticipado lo que iba a hacerme.

Cuando ya sentía su glande forzar mi estrecha entrada sonó mi teléfono celular. Eso lo desconcentró un poco, ya que se incorporó y se dirigió a la mesa, para atender. Habló unos instantes y luego se sentó nuevamente en la silla. Me incorporé y busqué mis calzas para vestirme y tratar de escapar por la puerta.

Otra vez pareció adivinar mis pensamientos, ya que sonrió diciendo: "Adónde crees que vas, putita linda. Era tu amiga Helena. Dijo que te relajes, ahora viene para aquí a entregarme su culito hermoso, todo para mi pija. Podrías mantenérmela dura mientras tanto? con esos labios gruesos de chupadora?"

Antes de que pudiera responder sonó el timbre y fui corriendo a atender. Mi amiga estaba de pie en la puerta, radiante, hermosa, luciendo un vestido corto de verano bajo el cual me imaginaba que iba desnuda. Me besó largamente y saludó desde lejos al electricista. Metió una de sus manos dentro de mis calzas y acarició suavemente mis labios dilatados. Sonrió al notar la humedad allí adentro.

"Te hizo doler mucho?. Es un poco bruto, pero a mí me hace gozar como a una perra en celo". Le dije que estaba todo bien, que me había hecho acabar como nunca, pero también que el muy hijo de puta había intentado destrozarme la cola a toda costa.

Helena largó una carcajada y se quitó el vestido por la cabeza, quedando, como yo imaginaba, totalmente desnuda. Sus sandalias de taco alto hacían que sus bellas piernas lucieran perfectas. Volvió a besarme y avanzó hacia el hombre, que seguía sentado masajeándose su enorme herramienta. Al ver su hermosa espalda pude notar que tenía un dilatador anal insertado entre las nalgas, así que ya venía bien preparada. Le dio la espalda y se inclinó, haciendo que el tipo silbara en un gesto de admiración y con suavidad sacara el aparato de su delicada cola. Helena fue hasta su bolso, sacó un tubo de gel lubricante y esparció el contenido en la entrada de su ano y en la pija de su amante. Luego pasó una pierna a cada lado del hombre y muy despacio fue bajando sobre su regazo, empalando su ano sin esfuerzo en esa tremenda cosa.

Comenzó a balancearse hacia adelante y atrás, mientras gemía de placer. Yo estaba casi hipnotizada mirándolos desde cerca, no podía creer que semejante pedazo enorme de verga pudiera entrar en el delicado cuerpo de mi amiga con tanta facilidad.

Estuvieron así un buen rato, ella tocándose los labios mayores mientras se movía sobre esa tremenda pija y él suspirando suavemente con los ojos cerrados. Finalmente se tensó y aferró a Helena por las caderas, mientras se vaciaba dentro de su precioso culo. Ella continuó balanceándose unos instantes más todavía, hasta acabar en un orgasmo que le hizo gemir un grito bien agudo y prolongado.

Descansó sobre el cuello del hombre y luego se levantó, pidiéndome que la acompañara al baño, ordenándole al tipo que se vistiera y se fuera de una buena vez. Allí nos encerramos y besamos largamente.
Cuando salimos el electricista ya no estaba. "Te asustaste mucho, tonta, no iba a permitir que ese bruto destrozara esa colita que tanto me gusta" me dijo sonriendo? "pero la próxima vez?"
12 Temmuz 2024, at 17:54
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