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Entre viejos y vagabundos

 
Post #1


Entre viejos y vagabundosEl pasado martes salí tardísimo de trabajar, eran las nueve cuando dejaba el colegio. La puta evaluación se había alargado mucho más de lo previsto, y ya ni para una cerveza con los compis me daba. Me dirigí a coger el 106 sintiendo el frescor de la noche en las piernas. Me había puesto falta justo el día que más frío hacía. Las luces del centro, los soniquetes espantosos de algunos escaparates y los miles de personas yendo de un lado para otro como locas, anunciaban la cercanía de la Navidad. Fui lo más rápido que pude al bus porque la aplicación me decía que llegaba uno en seis minutos. Justo al llegar a la parada vi cómo estaba cerrando las puertas o sea que me tocó correr un poco. Entre los tacones y la falda no me resultó fácil. Llegué justo cuando estaba arrancando, menos mal que el conductor se compadeció de mí y me abrió.- Buenas noches señora, suba. Dijo mirándome de arriba abajo.- Buenas noches, muchísimas gracias, dije con la voz entrecortada por la carrera y ruborizada por su mirada, clavada en mi escote. Con las prisas de la carrera la blusa se me había abierto más de la cuenta y el conductor no estaba para disimulos por lo que se veía.Me fui hacia atrás y aún noté como miraba por el espejo mi contoneo a lo largo del pasillo. Había tres o cuatro personas y me senté en uno de esos de cuatro, dejándome caer en el asiento intentando recuperar un poco mis fuerzas. Mí falda se había subido y dejaba ver mis piernas por encima de la rodilla, el viejo del otro lado del pasillo me miró con una cara de lascivo como hacía tiempo que no veía. Primero pensé en acomodarme un poco la ropa, pero luego pensé, que mierda ya está bien, que una no pueda ir por ahí como quiera sin que le tengan que mirar o hacer sentir mal. Pues yo decido quién me mira y porqué. El caso es que me abrí un poco más de piernas, le miré con descaro y me mojé los labios con la lengua levemente. El viejo no dejaba de mirarme, pero noté cómo eso le ponía nervioso, o sea que seguí. Me toqué la oreja con dos dedos y bajé por mi cuello hasta mi escote, donde me acaricié muy despacio por dentro de la blusa. El viejo estaba cada vez más nervioso, noté como su pantalón se removía y que él se tocaba. Me hizo gracia, o sea que tan viejo y todavía se le ponía tiesa, ja, ja, ja, sonreí para mí. La siguiente era mi parada, la que más cerca dejaba de mi casa, en días que llegaba muy tarde solía bajarme en la siguiente, que me dejaba más lejos, pero me permitía ir a casa por un lugar más iluminado. Pero ese día ya quería llegar y me levanté para bajar. Al pasar al lado del viejo me acerqué a su oído y le susurré: ?Me bajo en la próxima, ¿y usted??. Le rocé ?descuidadamente? con la mano y noté que casi le da un espasmo y empezó a toser ruidosamente de la tensión.Me bajé y caminé, ahora ya con más calma, tenía que atravesar un parque y un subterráneo que era lo que menos me gustaba, porque no solía haber mucha gente. Según caminaba notaba como los episodios del bus me habían calentado, me gusta el sexo, me gusta excitar a los hombres y me gusta experimentar cosas nuevas. Pero mira, eso del viejo no lo había pensado nunca, ¡¡excitarme por follar con un viejo!! Entonces fue cuando oí detrás de mí: ?¡¡Shhhhh, shhhhhh, eh pelirroja!!, espera, espera un momento?. Me di la vuelta y vi al viejo del autobús, acercándose arrastrando los pies: ?Te doy diez euros si me haces una paja?, me soltó sin más. Me empecé a reír a carcajadas, o sea que se había puesto cachondo el abuelo. Me acerqué a él, le cogí una mano, la puse encima de mis tetas y le dije: ?Si me das veinte te como la polla?. El juego de sentirme una puta me ponía muy caliente, y ese viejo desdentado me había encendido. Antes de que terminara de pensar nada, me había metido dos billetes de diez en el escote, me cogió de la mano y me llevó hacia un banco.?Venga abuelo, vamos a ver cómo está esto?, dije hurgando con mis dos manos en su bragueta, le desabotoné el pantalón, se lo bajé un poco, también el calzoncillo y apareció algo parecido a una polla, poco más de seis u ocho centímetros y flaca, flaquita. Comencé a acariciar esa especie de polla, a la vez que él babeaba en mi cuello, buscó mi boca y me metió la lengua como pudo, noté como eso hacía que su polla se calentara más y le empecé a morrear esa boca sin dientes y con un sabor a tabaco que me echó para atrás de primeras. Su polla estaba ya medio preparada, me agaché y me la metí en la boca, ahí abajo el olor a pis era brutal, ese hombre debía llevar una semana con los mismos calzoncillos, pero yo estaba completamente encendida, me la metí hasta dentro tres o cuatro veces, se la meneé un par de ellas más, y noté como sus jadeos ya eran continuos, estaba a punto de correrse. En la cara o en la boca abuelo, le pregunté, acerté a escuchar que decía algo así como en la boca, pero ni idea, el caso es que le agarré del culo me la metí dos veces más hasta dentro y noté cómo su corrida llegaba a mi boca, más por los grititos de aquel viejo y por cómo me apretaba la cabeza que por su intensidad. Tragué el poco semen que me había ofrecido, le rechupeteé un poco más la polla para dejársela limpia, me levanté le volví a dar un morreo largo, jugando con mi lengua entre sus vacías encías, y me marché: ?Tápese abuelo, que va a coger frío?, le dije al darme la vuelta.La mamada a ese viejo me había puesto super perra, no sabía si iba a aguantar hasta casa para follarme a Luis, estaba casi segura de que casi cualquier cosa que me encontrase de camino me valdría. Seguí caminando y me acordé de que justo al lado del túnel había una especie de caseta donde siempre solían meterse vagabundos a dormir. El estómago me dio un vuelco, no Alicia, pensé, no irás a ?, pero mi excitación iba en aumento, notaba como la repulsa que me daba pensar en la situación era equivalente a la excitación que sentía. Me paré, dudé, avancé, no sabía qué hacer, me volví a parar, pero mi perra interior ya se había despertado.Le puse un whatsapp a Luis: ?Llego tarde, me entretengo con los del cole, acuéstate?. Avancé decidida hacia la caseta, empujé la puerta, joder, casi me caigo para atrás del olor, era brutal, olía a rancio, un olor fuerte, mezcla de sudores sin lavar hace tiempo, pis, tabaco y basura que lleva días sin tirarse. Me dieron varias arcadas, pero el asco que sentí no hizo sino elevar mi nivel de excitación. Ahí, de pie, en medio de la puerta, miré hacia dentro intentando acostumbrarme a la penumbra. Había un par de bultos acurrucados en un rincón. Se removieron un poco pero no se despertaron. El antro era asqueroso, lleno de basura por todas partes, clínex manchados de sangre, colillas y restos de comida que un perro con mil pulgas trataba de apurar.- ¿Quién cojones eres y qué haces aquí? No le había oído llegar, por detrás de mí, un hombre, alto, con pinta de magrebí, de unos 40 ó 45 años, y con las manos aun guardándose la polla dentro del pantalón me miraba retador.- Vaya, vaya, se va uno a mear y le invaden la casa, ¿qué quiere señora? Este no es un lugar para usted. Su acento me confirmó que era moro o algo así.Me limité a sacarme el abrigo, dejarlo en un lado y comenzar a desabotonar mi blusa. El tipo no se fiaba mucho, me miraba con ojos de asombro y la duda en la cara: - Venga señora, no me joda, que al final se va a arrepentir, déjeme en paz que no quiero líos. Pero yo ya había abierto mi blusa del todo, había desabrochado mi sujetador y mis dos tetas estaban bailando retadoras delante del moro.- Usted lo ha querido, dijo en voz alta como justificándose por todo lo que iba a pasar. Se lanzó con sus dos manos a por mis tetas, directamente agarró mis pezones con sus dedos, tiró con fuerza, tanto, que me arrastró hacia él un poco, gemí. Sus dedos eran como pinzas, sus manos duras, rugosas, me estrujaban las tetas como si fuesen de plastilina. Aquello me encendió aún más, hace ya mucho tiempo que descubrí cómo la mejor manera de excitarme sin remedio es ser tratada como una puerca. Una de sus manos soltó mi pezón y buscó mi boca, me metió dos dedos hasta la garganta, a la vez que decía: - Vamos a ver de lo que eres capaz zorra pelirroja. Yo contuve un instante la respiración, esos dedos, manchados y malolientes jugueteaban con mi lengua. Se paró, me miró y me dijo: - Última oportunidad. Mientras me señalaba con la cabeza a la puerta.Le miré a los ojos, me quité la falda quedándome sólo con las medias y el tanga, me puse de rodillas delante de él, sin hablar me limite a buscar con mis manos la cremallera de su pantalón, la bajé, y agarré su polla con decisión. El olor era terrible, debía hacer semanas que no se duchaba, pero mi puta interior estaba enormemente crecida y ya no podía parar. La saqué entera, era enorme, no sé, igual podía medir 22 ó 23 centímetros, le bajé toda la piel del capullo y me la metí en la boca. El sabor a pis era aún mayor que el del viejo, pero una vez llegada hasta allí no podía parar, seguí poco a poco metiéndomela en la boca, lamiendo ese tronco duro y venoso, tenía como pequeñas escamas, supongo que de mugre o yo que sé, que fui limpiando poco a poco con mi lengua, podía oír sus gruñidos de a****l, diciendo vamos zorra, come, come, a la vez que me cogía de la cabeza para que no me escapara. Estuve comiéndole la polla durante un par de minutos, el ansia de hembra de ese tío era tan grande que me follaba la boca en cada embestida, rozando mi garganta y provocando mis arcadas. Cuando estaba a punto de correrse me la sacó de la boca y me dijo: - Prepárate zorra pija que te voy a llenar esa preciosa carita, se empezó a masturbar para acabar encima de mí. Escuché por detrás varios ruidos, eran los otros dos vagabundos que se habían despertado. Entonces unas manos sucias, con las uñas largas y ennegrecidas me agarraron de la boca: - Abre bien so puta. Vamos hermano, vacía. El que hablaba era un negro enorme, algo más joven, de barba descuidada y pelo muy largo y sucio, como puede comprobar más tarde. Ahí de rodillas, oliendo a pis y basura por todas partes, con un sucio desconocido metiéndome las manos en la boca y abriéndomela hasta casi romperla, lo único que ansiaba era la leche de aquel desgraciado.La lefa del moro inundó mi boca, mis ojos y mi frente, cuando me empezó a caer por el cuello hasta las tetas, pensé que ya habría terminado pero también tenía para echarme dos o tres chorretones enormes en ellas. Nunca en mi vida se han corrido encima de mi así. Noté como mi coño estaba ardiendo, palpitando y empapado al ir tragando aquel montón de semen acumulado en mi boca.- Mira zorrita pelirroja, mi chica siempre ha querido hacérselo con una blanca, y hoy va a ser el día, dijo el negro. Me agarró del pelo mientras le decía al moro: - Espera un poco Tarik vamos a prepararla un poco antes de follárnosla. Su compañera, una muchacha que parecía ser bastante joven, pero que con los handrajos que llevaba y la capa de mierda parecía mayor que yo, estaba desnuda, como esperando órdenes.- Vamos Yannicke, prepáranos este bombón para comer.La negra se acercó a mí, sentí sus poderosas tetas pegadas a las mías, me calenté mucho al notarlas. Joder, nunca he follado con una mujer, pensé al sentir el primer lengüetazo en la cara. La negra empezó a lamerme muy despacio, los labios, la nariz, los ojos, los mofletes, me estaba quitando todos los restos de lefa que me quedaban por todas partes, abrí mi boca y me encontré con la suya, las lenguas se juntaron juguetonas. Fue el morreo más sensual que me han dado en mucho tiempo. Me siguió lamiendo entera, los hombros, las tetas, mordiéndome los pezones y haciéndome retorcer de gusto, la tripa, el ombligo, buscó mi coño, rompiéndome el tanga para acceder hasta él, y ahí es cuando empecé a tocar el cielo, su lengua entraba y salía con rapidez, se movía ágil a derecha e izquierda, al momento noté como mi excitación cambiaba de signo, cada vez más rápido, más cerca el orgasmo, estaba a punto de correrme. El negro, ya desnudo también se arrodilló encima de mí, poniendo su culo en mi cabeza: - Ale putita, come. Su culo encima de mi cara y mi orgasmo cercano, no me dejaban otra opción, empecé a comerme el agujero negro de ese tío, que, por el olor fétido que desprendía, estaba segura de que hacía muchos días que no se lavaba, mientras con las dos manos magreaba una polla interminable.El olor era nauseabundo, el sabor peor aún, pero mis arcadas se disimulaban con los espasmos que empezaron a darme cuando comencé a correrme. Le metí la lengua mucho más adentro de lo que me imaginaba que podría, notando su sudor, el sabor de su mierda acumulada durante tiempo, pero me sentía viva, no podría dejar de correrme, la negra seguía y seguía, ahora, con sus dedos dándome placer y haciendo que mi coño no parase de chorrear como una fuente.Al cabo de un rato, y del orgasmo más increíble que he tenido nunca, pude recobrar la calma, volver a respirar un poco pausada, entonces me di cuenta de que me habían puesto a cuatro patas, con mi amiga negra al lado, también a cuatro patas, pero mirando para el otro lado. El negro tenía la polla balanceándose delante de mis ojos. Cogió mi barbilla y me dijo: - Mira lo que tengo preparado para ti, te voy a dar por el culo, pero necesito que me la prepares bien. Pensar en esa polla atravesando mi culo, me puso nerviosa, me han follado muchas pollas y algunas enormes, pero eso era otra cosa. Creo que no exagero si digo que le podía medir 30 cm. o más, y que era gorda como una lata de cerveza lo comprobé cuando me la metió en la boca. Empecé a salivar, tratando como pude de mamar ese monstruoso cacharro.Después de un rato lamiéndosela, se levantó y se fue detrás, mientras el moro se puso delante de la negra, la agarró de las caderas y se la clavó de un golpe, la negra gimió y empezó a mover su culo. Los gemidos de los dos hicieron que me pusiese más nerviosa, el negro no me había tocado aún, giré la cabeza, y mirándome a los ojos me dijo: - Vamos puta, suplícame que te destroce tu culo de zorra. Sin pensar y con el ardor que tenía en todo mi cuerpo, grité: - ¡¡¡ Venga negro cabrón, fóllame, reviéntame mi culo de perra !!!Pensé que me follaría primero el coño para lubricar, pero no, agarró con las dos manos mi culo, lo abrió y apuntó con su polla mi agujero. Apretó y no entró, volvió a apretar, notaba cómo sus dedos se clavaban en mis caderas como trozos de acero que me hacían gritar de dolor. Joder si es que era imposible, la polla de ese a****l tenía una cabeza que parecía una pelota de tenis, si me la metía me iba a romper. Noté cómo me agarraba más fuerte aún, ya no podía disimular mis gritos, empujó y me la clavó. Sentí un escalofrío por la espalda, las rodillas me flaquearon y mis brazos no aguantaron, mi cabeza acabó contra el colchón en el que me habían puesto, pero ya no podía pensar más en todas las pulgas que habría allí. El negro estuvo un buen rato dándome por el culo, cada poco la sacaba entera y la volvía a meter, y cada vez que lo hacía yo tocaba el cielo y veía las estrellas a partes iguales. Empecé a notar como si me fuera a correr. El moro me agarró la cabeza, tapó mi nariz para forzarme a abrir la boca y me obligó a tragar su polla. Estaba claro que se había follado a la negra por el culo, los aromas a mierda y lefa eran intensos. Me dio una arcada fortísima, pero no llegué a vomitar, me siguieron follando el culo y la boca sin parar durante más de diez minutos, y como si lo tuvieran previsto, se corrieron a la vez. Quedé exhausta, caí sobre el colchón, estuve un par de minutos sin reaccionar. Tumbada sobre ese colchón sucio, lleno de manchas de cualquier cosa, impregnada por todo mi cuerpo del aroma a basura y mierda de esa caseta, con el sabor de la lefa del moro en mi boca, el agujero de mi culo ardiendo y chorreando leche de negro, aquel perro sarnoso que se había acercado a lamer mis jugos, me sentí la más cerda de las mujeres. Una leve sonrisa se dibujó en mi cara.Todavía, antes de irme tuve tiempo de comerle el coño a mi amiga, mientras los otros dos volvían a montarme un par de veces más. Cuando decidieron que ya preferían dormir antes que follarme más, me limpié como pude con mi propia blusa, la metí junto a la falda en el bolso, me puse el abrigo y me encaminé a casa, dejando a mis nuevos amigos ya medio roncando y con el placer dibujado en el rostro. El frescor de la noche y un poco de colonia en mi cuerpo, alivió el hedor que aún llevaba metido en mi cerebro. Notaba como entre mis muslos resbalaban restos húmedos de mi aventura, mi ardor no había descendido, aún seguía encendida y mi cuerpo quería más, cuando me adentré en el pasadizo. El eco de mis tacones en el túnel no me impidió oír las risas de los varios borrachos que apuraban el enésimo cartón de Don Simón. Estaba claro que incluso en la calle hay clases, los de la caseta, más jóvenes y fuertes eran la clase alta, estos, viejos, aún más sucios, y con aspecto de tirarles al suelo de un empujón, eran la basura de la basura. Mientras me encaminaba hacia ellos pensé: ?Hoy voy a llegar muy tarde a casa?.
21 Aðustos 2023, at 04:28
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