Viajando apretados en un colectivo repleto

Viajando apretados en un colectivo repletoEsa tarde Anita me llamó a la oficina para decirme que ella saldría temprano de su trabajo y que tal vez podríamos regresar juntos a casa.Habíamos desayunado juntos, pero ella finalmente había salido antes que yo, tomando el tren.Yo no pude hacer arrancar el auto y, luego de varios intentos, decidí que debía también tomar el tren para no llegar tarde?Le dije entonces a mi dulce mujercita que tendríamos que regresar en tren; lo cual era bastante incómodo, ya que se trataba de la hora pico y por supuesto, cualquier transporte público a esa hora significaba casi estar adentro de una lata de sardinas...Pero Anita dijo entonces que cambiaríamos el itinerario, para viajar en colectivo; ya que ella quería pasar por el shopping para mirar vidrieras y tal vez comprar algo antes de llegar a casa.No muy convencido, terminé acordando un horario para pasarla a buscar por la puerta de su edificio.Cuando subimos al 60, supe que iba a ser la misma tortura que viajar en tren a esa hora. El colectivo ya venía bastante lleno.A medida que el viaje avanzaba, se iba cargando de gente hasta su punto de saturación. Era todo bastante incómodo; pero de todas maneras, Ana me miraba y sonreía, sabiendo que yo odiaba las multitudes y el apretujamiento de gente en un espacio tan cerrado.En alguna para subió un tipo de edad mediana, muy bien trajeado; que se ubicó justo detrás de mi mujercita. Yo estaba algo distraído, tratando de mirar por la ventanilla para ver dónde estábamos; cuando de repente pude ver una mirada de fastidio en la cara de Anita. Su expresión me indicaba que algo no estaba bien?Al girar levemente la cabeza comprobé que ese tipo trajeado estaba apoyando a mi esposa. Ana estaba vestida con una blusa de color claro que apenas traslucía su corpiño blanco y una pollera negra; ajustada a su cuerpo, pero no demasiado corta, apenas por encima de las rodillas. Sus tacos altos estilizaban bastante sus torneadas piernas y las hacían ver todavía más largas y sensuales.Con sutileza pero sin poder evitarlo, Ana estaba recorriendo sus tetas con sus manos, en un movimiento que fue casi imperceptible para el resto de la gente alrededor, pero yo lo capté enseguida.Supe que Anita haría eso en caso de estar excitada, pero por el contrario, la veía algo incómoda. En pocos minutos pasé del asombro al fastidio, pero por otra parte, la situación me excitaba. Sentí que comenzaba a experimentar una tremenda erección.El colectivo circulaba con bastante velocidad y se movía con las frenadas y aceleradas repentinas. La gente se balanceaba al compás de esos movimientos mecánicos.Esa situación era muy bien aprovechada por este tipo; quien a esta altura ya refregaba abiertamente su bulto contra la cola de Anita?De repente pude ver que sus manos bajaban y acariciaban las torneadas pantorrillas de Ana, mientras ella se mordía el labio inferior, tratando de reprimir un suspiro.Mi mujercita trataba de no mirarme a los ojos y disimulaba su calentura todo lo que le era posible.Unos minutos después, me volví loco al ver que ella misma tomaba la mano de ese tipo y la deslizaba desde atrás en su entrepierna; para que pudiera tocarla y estimularla todavía mejor.Anita entonces me miró de reojo y se dio cuenta de que yo no les quitaba los ojos de encima. Seguramente pensó que no había notado lo que sucedía, porque me dedicó su mejor sonrisa angelical.Pero entonces, en medio de ese colectivo atestado de gente, mi sensual mujercita comenzó a hacer movimientos pélvicos y a retorcerse de una manera en que yo sabía solo podía estar experimentando un orgasmo?El tipo mientras seguía empujando su pelvis contra el culo de mi delicada mujercita. Ella cerró los ojos y se quedó quieta, mordiéndose los labios para reprimir un gemido.Entonces supe que había acabado?Ya llegando a nuestro destino, pude ver que Ana, a modo de despedida, acariciaba y restregaba entre sus manos ese tremendo bulto del desconocido. Al bajar del colectivo no dijimos ni una palabra; había entre nosotros un tenso silencio.Entramos al shopping y nos dirigimos a tomar el ascensor. No había nadie en la cabina; así que de repente pulsé el botón de parada de emergencia y el ascensor se detuvo entre dos pisos.Empujé a Anita contra un mamparo y levanté su pollera hasta la cintura. Le arranqué la pequeña tanga de algodón blanco y comprobé que estaba empapada. Mi esposa me miró al principio con expresión de terror, pero luego me dedicó una sonrisa diabólica y puso su mejor cara de puta.Saqué a relucir mi verga endurecida y, sin darle tiempo a protestar, se la metí en esa concha caliente y humedecida.Mientras la bombeaba, le pregunté si le gustaba ser apoyada por un desconocido en medio de la gente.Ana largó una carcajada y me retrucó diciendo que a mí seguramente eso me había excitado y mucho?Mis manos la sujetaron con firmeza por la cintura, mientras Ana se dejaba bombear con brutalidad. Yo estaba furioso, quería darle una lección, pero ella se reía y lo estaba disfrutando.Sus gemidos cada vez más audibles me excitaron sobremanera y, para peor, ella acabó mientras aullaba en mi oído.Ya no pude aguantar más mi excitación y por fin acabé; llenándole la concha de semen. Me salí de ella y caí de espaldas contra el mamparo opuesto del ascensor.Ana me miró con una expresión muy sensual; hundió sus dedos en su concha y luego se los llevó a sus labios para lamerlos.Sonrió y me agradeció que yo hubiese terminado eso que aquél tipo había dejado inconcluso en el colectivo?Pero entonces la muy turra me dijo que era una lástima que el viaje hubiese sido tan breve; ese tipo parecía tenerla bastante grande?